Estas reflexiones fueron originalmente publicadas en "El Telescopio", ¿Los colibríes engañados?
Los puntos sobres las íes…
Leo en forma muy seguida a
tuiteros que, frente a cada delito en que participan menores, recuerdan con
pena que no se haya aprobado la reforma constitucional. Ante cada delito
cometido salen a propalar a los cuatro vientos que habría que “meterlos en cana
y que se pudran”, seguido de una serie de consideraciones y recuerdos a la
familia de Fabiana.
Ni tanto, ni tan poco.
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Ya han pasado varios
meses desde que decidimos no habilitar la reforma constitucional “por la baja”.
Sin duda que tal resultado me dejó satisfecho, ya que fui un opositor a dicha
reforma, pero el camino recorrido antes, y el no recorrido después me deja un
sabor amargo, bastante más que amargo tal vez.
Repasemos.
El tan mentado proyecto
de reforma intentaba elevar a rango constitucional la baja de la edad de
imputabilidad, para llevarla a 16 años. Pero esto no era lo único. También
intentaba crear
un instituto de rehabilitación, mantener los antecedentes de los menores infractores más allá de sus 18 años, aplicarles el Código Penal y considerar como agravante
el uso de menores para la comisión de
delitos.
Mi posición, como saben
los tuiteros que me siguen, fue contraria a la reforma.
En general, consideré
que el
tema requería solución legal, pero no una de rango constitucional.
Más específicamente,
estuve en contra de bajar la edad de imputabilidad y parcialmente en contra de
mantener los antecedentes de los menores sine díe o de aplicarles el Código Penal.
Por su parte estuve,
estoy y estaré de acuerdo en crear un nuevo instituto de rehabilitación para
menores infractores distinto a lo que hoy existe y también estoy de acuerdo en
que el uso de menores sea un agravante, aunque para esto debería utilizarse la
ley y no una reforma constitucional que lo torne estático y poco flexible,
valga lo reiterativo.
Pero nada de lo anterior
se discutió previo a la votación. Es más, a fuer de ser sincero, los defensores
de la reforma intentaron discutirlo pero no tuvieron contrapunto. Por el
contrario, cada vez que intentaban discutir estos temas, los contrarios a la
reforma, encabezados por su cara visible salían con facilismos tales como “ser menor no es delito”
o “quieren
meter presos a los menores en cárceles junto con los mayores”.
Machacaban con esta mentira una vez, y otra vez más. Y no se podía escuchar,
salvo honrosas excepciones, más que este argumento falaz machacado una y otra
vez.
Existen argumentos de
peso para ser contrario a una reforma de este tipo, pero los mismos fueron
ignorados o minimizados y en cambio se insistió con lo que parece ser un
engaño. Ni uno sólo de los puntos a reformar establecía que los menores serían
encarcelados junto con los mayores, o que por el sólo hecho de ser menor se iba
a terminar preso, olvidando livianamente que había que delinquir, pero eso no
importó. Inundaron la campaña o las intervenciones en medios de difusión con
esta falacia.
Y sin duda tuvieron
éxito. Si bien fue por un margen estrecho de poco más del tres por ciento, la
reforma no prosperó, revirtiendo las tendencias abrumadoramente favorables que
marcaban las encuestas previas.
Pero…
El tema de los menores
infractores quedó nuevamente a la deriva sin nadie que se lo ponga al hombro.
Los perdidosos poco podían hacer ya que la gente no había llevado a buen puerto
su idea. Malo sería que, una vez a la vista el pronunciamiento de la
ciudadanía, insistiesen con soluciones rechazadas por el soberano en una clara
manifestación de democracia directa. Notoriamente ya no era su “responsabilidad política”
llevar este tema adelante.
Todos, o al menos muchos
de nosotros, teníamos puesto el ojo en los que se abanderaron en el combate
contra la reforma. Fuimos muchos los que esperamos que la abanderada de los
colibríes, junto a su equipo empezara su real tarea. Máxime cuando había dejado
claro que no tenía otras apetencias políticas. Quedamos a la espera de
proyectos de ley, de foros de discusión, de tantas cosas… Craso error. Nada se
propuso, nada se discutió, y por el contrario, la Dra. Esc. Sra. Goyeneche se
sumó rápidamente a la lista del hoy intendente de la capital como su suplente.
No sólo eso, sino que ahora tiene un cargo oficial rentado en la Intendencia de
Montevideo, como Directora de Desarrollo Social.
Que rápido pasó al
olvido la falta de ulterioridades políticas que fue propalada a los
cuatro vientos… Parece ser que a determinadas personas se les permite todo, lo
cual es tremendamente dañino para la democracia. En un sistema político que se
precie de democráticamente responsable las personas deberían hacerse cargo de
sus afirmaciones por más tiempo que unos pocos meses. No deberíamos admitir que
tan fácilmente puedan olvidarse de sus posturas en pos de un supuesto
aprovechamiento político personal. No podemos admitir lo que supo ser postura
oficial del anterior gobierno. No. Ni ahora, ni nunca. El fin no justifica los
medios, ni cómo te digo una cosa te digo la otra, y menos aún aceptar como
válido el corolario de que lo político está por encima de lo jurídico.
A determinados actores
se les perdona todo, y a otros no se les perdona nada. Tal vez tenga que ver
con preconceptos que la gente se hace de determinados actores de nuestra vida
política. Comportamientos similares son considerados de distinta manera
dependiendo de qué lado del mostrador se esté. Los argumentos ad hominem campean en determinadas tiendas,
concentrándose en lo accidental y dejando de lado lo sustancial. Y tristemente
estos comportamientos reciben premios, mientras se castigan algunas buenas
ideas por el simple hecho de ser propuestas por quien no conviene a
determinados intereses.
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Creo, y lo digo como una percepción y no como un hecho comprobado,
que las expresiones que referí al comienzo tienen que ver con lo sucedido. La
radicalización de ciertas posturas es el resultado de no haberse satisfecho las
necesidades de solución que reclamaba la gente, hayan sido votantes de la
reforma, o no hayamos introducido la respectiva papeleta.
Muchos quedamos esperando las prometidas, y tan ansiadas,
soluciones a este tema. Por ahora seguimos esperando… y la espera parece que
será larga.
Y otra vez creo, y nuevamente lo digo como una percepción y no
como un hecho comprobado, que también se mezcla el tema de los “outsiders” con
la forma en que se condujo la campaña, sus códigos distintos y su no respeto
por determinadas conductas del sistema. Pero esto será tema de otra columna… o
no.
Hasta la próxima.
@dannyvile
con respeto,me parece que tuviste una falsa ilusion,que quisiste creer en eso y lo difundiste,se sabia que aqui no se hace nada si no existe premura.es tarde para esta nota,saludos
ResponderBorrarVasco
con respeto,me parece que tuviste una falsa ilusion,que quisiste creer en eso y lo difundiste,se sabia que aqui no se hace nada si no existe premura.es tarde para esta nota,saludos
ResponderBorrarVasco
Un placer aun en la discrepancia.
ResponderBorrarUn placer aun en la discrepancia.
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