lunes, 30 de marzo de 2015

El Pepe nos jopeó otra vez.

El Pepe nos jopeó otra vez…
Los puntos sobres las íes…

Con la calma de Turismo, y habiendo bajado un poco la espuma de este tema, mientras crece la de la cerveza, me surgen algunas reflexiones sobre los últimos dichos del kusturikizado.

Y si, me refiero a la aceptación del Pepe de haber hecho campaña por su partido en las últimas elecciones nacionales. Y sobre esto, valen dos abordajes del tema.

**************** x ***************

En primer lugar, es bueno ubicarse en lo que estaba pasando en esos momentos: anuncios negros sobre la economía y chismes varios sobre los desencuentros entre las dos facciones mayoritarias del oficialismo.

Todo eso pasó al olvido. Nuevamente el Pepe marcó la agenda política del país a su antojo. Otra vez, y otra más, logró desviar los temas que estaban en tapa e instalar otro, a su antojo, del cual sabe que no tendrá consecuencias ni políticas, ni jurídicas, ni menos aun de imagen.

Ya nadie siguió hablando de las cuentas públicas, que por lo escuchado, parece que no íbamos tan bien.

Ya nadie siguió hablando de la interna oficialista y sus trifulcas, que sin duda tendrá gran impacto en el presupuesto que se empieza a tratar en breve y que marcará, seguramente, nuestra suerte en el lustro que comienza.

Todos se lanzaron en contra de lo confesado por el Pepe, abandonando los otros temas. Lo primero está casi bien, lo segundo es un gran error. Y esto nos lleva al segundo enfoque.

La confesión del Pepe es brutal. Es brutal porque admite haber violado la Constitución sin ambages, sin ningún tipo de arrepentimiento, y admitiendo que lo hizo justamente por aquello para lo cual la prohibición violada existe. Admitió, lisa y llanamente, que no fue el presidente de todos los uruguayos sino que fue un simple operador político de la campaña oficialista. Y admite que lo hizo a sabiendas.

Esta actitud ataca frontalmente lo dispuesto en el artículo 77 numeral 5º de nuestra Carta Magna. Y el castigo previsto no es menor y se establece en el artículo 172, el cual remite al artículo 93 del mismo cuerpo normativo. Es decir, el Pepe es pasible de JUICIO POLÍTICO por haber violado la Constitución.

Mantuve por esos días un interesante intercambio en tuiter en el cual participó un Representante Nacional. Varios sostuvimos la necesidad de disparar este mecanismo constitucional. Otros, entre los cuales se encontraba dicho Representante Nacional, sostenían que no tenía sentido, que el resultado era cantado y que, en definitiva, no iría a pasar nada.

Coincido en la conclusión desde el punto de vista jurídico. Discrepo radicalmente desde el punto de vista político.

El comenzar a transitar por tal camino, el cual es cierto que no pasaría de su primer escalón, obligaría a la bancada oficialista a tomar posición. No sería mala cosa escuchar los argumentos que puedan esgrimir para justificar una violación flagrante y confesa de la Constitución. Todo lo cual, por cierto, quedaría asentado en las actas de sesiones, actas que son el testimonio del hoy para el mañana.

Incluso y aún en el caso que no se esgrimiese ninguna defensa (ya sea por toda la bancada oficialista o por una parte de ella) y tan sólo hubiese un silencioso voto de apoyo, sería bueno que así quede recogido.

Entiendo que no puede haber otra actitud. El Pepe cambió la agenda – o el foco de la información como diría un connotado periodista – y la oposición aceptó el cambio. Bien. Pero entonces jueguen el partido en serio.

**************** x ***************

Estimados – y tal vez a esta altura aburridos – lectores, éste no es un tema menor. El Pepe confesó que violó la Constitución aun sabiendo que lo hacía. No se puede andar con medias tintas. No se puede tolerar tal desatino y contentarse únicamente con tener algún titular en algún diario o algunos segundos de fama efímera en la televisión.

En pocos días llega el último ciclista a la meta y larga el año. Se termina definitivamente la modorra veraniega uruguaya. Que mejor oportunidad que esa fecha para ver una reacción acorde.

Espero que así suceda, y que no se haga realidad el viejo dicho de que lo mejor en caso de violación es relajarse y gozar.

Desahogado que fui, les digo hasta la próxima.