lunes, 26 de mayo de 2014

El voto (in)útil.

El voto (in)útil
Los puntos sobres las íes…

A menos de una semana de las elecciones internas 2014, se avecina el inicio de una nueva etapa. Ya dejaremos atrás la decisión que atañe a cada uno de los partidos en forma privativa, para entrar de lleno a la campaña rumbo a las elecciones nacionales. Éstas si, a diferencia de las internas, harán que midan fuerza los distintos partidos, unos contra otros, y ya no hacia adentro.

            En poco tiempo, ni bien empiecen a perfilarse las encuestas y aparezca algún escapado volveremos a oír, casi sin lugar a dudas, el manido tema del “voto útil”.

            Y justamente ahora, antes que empiecen a leerse encuestas para octubre, es que me viene oportuno escribir sobre este tema. Nadie podrá sostener que lo que expresaré tiene finalidad alguna, pues hasta la fecha, no hay pronósticos serios sobre qué pasará con los posicionamientos a partir del 2 de junio. Casi todos los encuestadores y politólogos han expresado que luego de las internas empieza una nueva carrera, y que la misma no está definida. Que puede haber segunda vuelta o no, y que en caso de haberla, no está definido cuál sería el segundo de los candidatos en participar.

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      Como ya ha sucedido en elecciones anteriores, no faltará quién sostenga que es necesario votar al que viene segundo para poder hacerle frente al que viene primero. Que votar al tercero o al cuarto es tirar un voto, ya que lo que único que eso logra es favorecer al primero, sin posibilidad de cambiar la situación del tercero o del cuarto. En definitiva, votar al segundo es lo único que pueden hacer todos (salvo los partidarios del primero) para darle utilidad a su voto, y que el mismo no sea “tirado a la basura”.

            Craso error.
      
           Quien eso sostenga, tal vez no tenga claro que es lo que se vota en octubre, ya que de tenerlo claro, no podría afirmarlo.

             En octubre se vota algo seguro, y otro algo eventual. 

            Empezando por el final, “el algo eventual” es la pareja de candidatos que competirán en noviembre por la presidencia del país, obviamente, si no hay ningún candidato que obtenga el 50% de los votos más uno en octubre. Es como la definición del Campeonato Uruguayo de fútbol. Tal vez se define a un solo partido, tal vez a más…pero hasta no jugar ese primer partido, no sabemos cómo sigue. Lo que sí sabemos es que el partido, de jugarse, se juega no importa la diferencia de puntos. Basta que ninguno supere la mitad de los votos para que se juegue. La segunda vuelta es, en definitiva, una elección meramente presidencial.

            Por el contrario, la elección del Parlamento no tiene “finales”. Se vota en octubre y no hay posibilidad de cambiar el resultado, o de que otro salga campeón.

          Esta es en definitiva, la importancia de la elección de octubre: elegimos nuestros representantes al Parlamento. Elegimos a quienes votarán las leyes en el próximo periodo. En definitiva, estaremos decidiendo como nos afectará en nuestra vida corriente la actividad político-gubernativa.

            Y es por esto que quienes caen en la falacia del “voto útil” están en realidad haciendo un “voto inútil”.

       Si votamos pensando en mejorar el posicionamiento del “otro” candidato para el ballotage, la realidad es que no le aportamos nada, ya que perfectamente podríamos (eventualmente) votarlo en la segunda vuelta. PERO AL DARLE EL VOTO ANTES DE TIEMPOS ESTAMOS SACRIFICANDO LA CONFORMACIÓN DE UNA BANCADA MAS NUMEROSA PARA EL PARTIDO AL CUAL EFECTIVAMENTE PREFERIMOS.

         En la primera vuelta debemos votar dentro de nuestros partidos y conformar las bancadas legislativas que mejor se adapten a nuestras concepciones políticas. En segunda vuelta, ya con el Parlamento conformado, podremos votar para Presidente a aquel que mejor encuadre con nuestros ideales, y ahora sí, sea de nuestro partido o de otro.

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            Retomando – y reiterando – el principio y dado que todavía no sabemos quién correrá la carrera de noviembre, si es que se corre, termino estas reflexiones con la conciencia tranquila, y sin que nadie me pueda acusar de llevar agua para mi molino, si es que alguien piensa que soy molinero.


‘ta luego.

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