sábado, 16 de noviembre de 2013

Educación, o cuando se mata al mensajero… Los puntos sobres las íes…

Educación, o cuando se mata al mensajero…
Los puntos sobres las íes…


Brutal crimen.
Delincuentes ingresan en una vivienda y atacan salvajemente a una familia. Vejaciones varias ocasionadas a distintos integrantes de la familia. Vaciaron la biblioteca y la utilizaron para hacer un asado, además de arrasar con sus otras pertenencias. Estuvieron varias horas en el lugar ante la inacción del patrullero estacionado en la puerta de su casa.. Un transeúnte que pasaba por allí, advirtiendo la situación, ingresó a la vivienda y logró reducir a los delincuentes y  liberar a la familia, realizando posteriormente la denuncia policial.
Como resultado de la misma, el transeúnte fue procesado con prisión por un delito de alteración del orden público en concurrencia con dos delitos de provocación o participación en reuniones contrarias al reposo de las poblaciones y contravención a las disposiciones dictadas por la autoridad para garantir el orden, ambos agravados por alevosía, causación de daños innecesarios y la existencia de un móvil de ignominia.
Los copadores, mientras tanto, recuperaron su libertad por desconocer su responsabilidad en los hechos.
Las víctimas, fueron severamente advertidas frente a su manifestación de querer mudarse de barrio por el riesgo que tal actitud representaría en la estigmatización de sus vecinos, con el correspondiente apercibimiento por desacato.
Brutal crimen.

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Esta noticia, ficticia por cierto, sorprendería a cualquier lector de cualquier parte del mundo.
O casi de cualquiera. A nosotros los uruguayos, seguramente no.
Ya nos parece hasta normal. Y cambiando algunos actores, y algunas tipificaciones, esto es lo que ha sucedido con el tema de la publicación de los datos de repetición en los liceos de nuestro país.
El oficialismo, o al menos quienes expresaron opinión al respecto (salvo poquísimas excepciones) cargaron sus tintas contra el medio que solicitó, obtuvo y publicó los datos, pero nada dijeron sobre el problema grave que esos datos reflejan. Se puede leer en la prensa frases entrecomilladas tales como que publicar datos de repetición en los liceos es "hacer politiquería barata”, o “pedir el detalle de los liceos y publicarlo es estigmatizar a los liceos y los chiquilines de secundaria se quejan de que los discriminan”, o tal vez la mejor de todas “está utilizando una generosa ley que hizo el Frente Amplio de acceso a la información para hacer politiquería barata”.
Unos pocos comentarios para cada una de ellas.
Publicar los datos de repetición no es politiquería barata. Es por el contrario, satisfacer un derecho que tenemos los ciudadanos de poder conocer o controlar el resultado de los recursos que invertimos en los distintos programas del presupuesto. Ni más ni menos. Y el no hacerlo, por tanto, se transforma en un encubrimiento alevoso de los fracasos de las políticas aplicadas.
En segundo término, el conocimiento de los datos no estigmatiza a los chiquilines. Admitir lo contrario sería, tal vez, hasta cargarle las culpas de los mismos. Puede ser que estigmatice a los responsables de la creación de los planes, o de la implementación de los mismos – a los cuales no veo razón para proteger – o de su puesta en práctica, pero a los chiquilines, NO, NO y NO. Por el contrario, aquellos que aún provenientes de esos liceos logran sortear la carrera con obstáculos en la que fueron inmersos, seguramente contarán con ventajas a la hora de ser seleccionados o destacaran en el desempeño de sus tareas. El simple hecho de poder llegar al final ya habla de su fuerte decisión y compromiso de superación.
Por último, señores, el FA no nos regalo generosamente ninguna ley de acceso a la información pública. DICHO ACCESO ES UN DERECHO CIUDADANO. Es la forma que tenemos los de a pie de poder saber como marcha la res publica. Y como contrapartida de nuestro derecho, está la obligación de los gobernantes de una república de brindarnos dicha información. Ni más, ni menos. Ni a mi, ni a ustedes, les regalaron graciosamente algo. Simplemente se regulo un derecho que hace al Estado de Derecho y a la forma republicana de gobierno. Saber en que usan nuestros dineros y que resultado obtienen con ellos no es una dádiva del estado ni de los políticos, es su obligación en tanto nuestros representantes. Saber el éxito, o al menos los resultados de las políticas sociales (y la educación lo es) es prioritario para poder reacomodar o exigir que se reacomoden dichas políticas.

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Finalizando, simplemente decir que hemos perdido un tiempo precioso. Con mayorías parlamentarias, con control en la adjudicación presupuestal, del gobierno, de los servicios descentralizados y de los entes autónomos, no hay excusas para el fracaso. Lo que no se hizo es porque no se quiso hacer, y no porque no se haya podido.

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