PISA al tacho…
Los puntos sobres las
íes…
Nuevamente
saltó a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente de la mano de los
malos resultados logrados. Como no soy de los que apoyan la teoría de “cuanto peor, mejor”, debo manifestar que
los resultados obtenidos me apenan. Y no me apenan por mí, ya que a la luz de
la performance de nuestros estudiantes no veo que me aparezca competencia de
relevancia en un corto plazo. Me apena sí por mi hijo, y por los hijos de todos
aquellos que los tienen. Me apena por las generaciones perdidas. Y más me apena
por mi país en su conjunto.
Un país
chico como el nuestro, sin grandes recursos naturales, sin grandes industrias o
sin grandes desarrollos en ciencia y tecnología, para diferenciarse y triunfar
sólo puede apostar a la excelencia en lo que hace. Y para esto necesitamos
gente educada, otras que sepan educar, y por último también necesitamos
personas con capacidad de ser educadas. Creo que fallamos en los dos últimos
rubros.
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Nuevamente
salió a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente empezamos a escuchar
justificativos para estos magros resultados. Hasta he escuchado que los
responsables últimos del fracaso (o al menos corresponsables) son los padres de
los muchachos! Parecería ser que como ahora las madres también salen a
trabajar, descuidan a los chicos, y por tanto éstos no aprovechan la educación
que se les brinda. Pero señores, las madres salen a trabajar aquí, y en casi
todos los países del mundo, o al menos, en aquellos países que ocupan las
primeras posiciones en el ranking PISA (tal vez con la excepción de alguna
monarquía islámica). Y aunque esto realmente fuese una justificación de los
resultados, el fracaso no se estaría dando por este seudo-abandono, sino que en
definitiva el fracaso sería por no haber tomado estos datos de la realidad al
considerar el diseño de los sistemas o la metodologías de enseñanza.
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Nuevamente
salió a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente empezamos a escuchar
justificativos tendientes a desacreditar la prueba por estar diseñada para
otras realidades. Pero basta mirar a los países ubicados arriba nuestro para
ver que existen de Asia, América, y
Europa; de mayoría protestante, católica, budista, judía y musulmana; estados
confesionales, laicos y ateos, de derecha y de izquierda, democráticos y no
tanto, muy poblados o casi despoblados, de muy altos PBIs y PBIs bajos, de IDH
muy bueno y no tanto… ¿Acaso los uruguayos seguimos considerando que somos tan
especiales? ¿Somos acaso marcianos?
Aún
cuando se acepte por un rato esta hipótesis, y admitamos también por un rato
que no es posible compararnos con el resto de los mortales, la prueba PISA si permite
compararnos con nosotros mismos. Y el resultado sigue siendo descorazonador.
Desde el 2003 (primera evaluación uruguaya) a la fecha, la tendencia ha sido de
una baja de nuestros resultados. Hoy estamos mucho peor que en 2003, y si nada
hacemos, en 2015 estaremos mucho peor que hoy.
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Nuevamente
salió a la palestra el tema de la educación. Y por suerte no escuché (al menos
yo) a nadie hablar de la “herencia
maldita”. Y bueno sería. Los chicos evaluados en 2012 rondaban los 14-15
años, por lo que ingresaron a la escuela hace unos 9 años, o tal vez 11 si
consideramos los ciclos preescolares. Claramente no podemos hablar de herencia
maldita. Tal vez por eso buscamos otros culpables. Para el Gobierno son las
familias, para las familias son los docentes, para los docentes es el Gobierno,
y para todos ellos, el Gran Bonete.
Como
frutilla de la torta, el peor resultado se obtiene una vez en pleno rodaje la
nueva Ley General de Educación (Ley 18.437 de 2009).
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Nuevamente
salió a la palestra el tema de la educación. Y tristemente escuché a muy poca
gente intentar aportar soluciones. No soy experto en el tema, pero ello no me
inhibe a tirar ideas. Y no son pocas las que se me ocurren. En primer lugar,
intentar un gran acuerdo nacional, el cual deberá ser protegido del bombardeo
corporativo que pueda sufrir. A esto se le debería agregar algunas medidas para
volver a centralizar la conducción de la enseñanza. No es aceptable que cada
órgano desconcentrado haga lo que se le ocurra, y el organismo central no pueda
tener injerencia directa en ninguno de ellos. LA POLÍTICA EDUCATIVA DEBE SER
UNA POLÍTICA DE ESTADO, Y DEBE SER EL ESTADO QUIÉN DE LOS LINEAMIENTOS. No me
parece mal darle participación a los gremios o a otros actores sociales, pero
su participación debe restringirse a escuchar su opinión, pero nunca a decidir
sobre las políticas a seguir. Podrán seguir existiendo órganos desconcentrados,
pero con cometidos y potestades bastante más reducidas que en la actualidad.
Incluso, creo conveniente que existan delegados (con voz pero sin voto) de la
enseñanza media en los órganos de primaria y de la Universidad. Con esto tal
vez logremos facilitar la coordinación entre las distintas etapas. Se deben
hacer cumplir las reglas básicas y no favorecer (no importa lo noble de su
intención) a quienes no llegan al nivel mínimo requerido, o asisten en forma
esporádica. Se debe castigar a los padres de aquellos que no asistan. Se debe
sancionar a aquellos docentes que faltan consetudinariamente (y que no siempre
lo hacen en sus puestos de la enseñanza privada) y no, en cambio, premiarlos
con premios por presentismo, y descuentos en cuotas, o participación en las
“economías”.
En
definitiva, DEBEMOS empezar a recorrer el camino de recuperar el gobierno de la
enseñanza.
Clemenceau
dijo que la guerra
era un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares. Pues
bien, la educación es un tema demasiado serio para dejarla únicamente en manos
de los docentes.
Comparto 100 %
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