jueves, 5 de diciembre de 2013

PISA al tacho… Los puntos sobres las íes…

PISA al tacho…
Los puntos sobres las íes…


Nuevamente saltó a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente de la mano de los malos resultados logrados. Como no soy de los que apoyan la teoría de “cuanto peor, mejor”, debo manifestar que los resultados obtenidos me apenan. Y no me apenan por mí, ya que a la luz de la performance de nuestros estudiantes no veo que me aparezca competencia de relevancia en un corto plazo. Me apena sí por mi hijo, y por los hijos de todos aquellos que los tienen. Me apena por las generaciones perdidas. Y más me apena por mi país en su conjunto.
Un país chico como el nuestro, sin grandes recursos naturales, sin grandes industrias o sin grandes desarrollos en ciencia y tecnología, para diferenciarse y triunfar sólo puede apostar a la excelencia en lo que hace. Y para esto necesitamos gente educada, otras que sepan educar, y por último también necesitamos personas con capacidad de ser educadas. Creo que fallamos en los dos últimos rubros.
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Nuevamente salió a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente empezamos a escuchar justificativos para estos magros resultados. Hasta he escuchado que los responsables últimos del fracaso (o al menos corresponsables) son los padres de los muchachos! Parecería ser que como ahora las madres también salen a trabajar, descuidan a los chicos, y por tanto éstos no aprovechan la educación que se les brinda. Pero señores, las madres salen a trabajar aquí, y en casi todos los países del mundo, o al menos, en aquellos países que ocupan las primeras posiciones en el ranking PISA (tal vez con la excepción de alguna monarquía islámica). Y aunque esto realmente fuese una justificación de los resultados, el fracaso no se estaría dando por este seudo-abandono, sino que en definitiva el fracaso sería por no haber tomado estos datos de la realidad al considerar el diseño de los sistemas o la metodologías de enseñanza.
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Nuevamente salió a la palestra el tema de la educación. Y nuevamente empezamos a escuchar justificativos tendientes a desacreditar la prueba por estar diseñada para otras realidades. Pero basta mirar a los países ubicados arriba nuestro para ver que  existen de Asia, América, y Europa; de mayoría protestante, católica, budista, judía y musulmana; estados confesionales, laicos y ateos, de derecha y de izquierda, democráticos y no tanto, muy poblados o casi despoblados, de muy altos PBIs y PBIs bajos, de IDH muy bueno y no tanto… ¿Acaso los uruguayos seguimos considerando que somos tan especiales? ¿Somos acaso marcianos?
Aún cuando se acepte por un rato esta hipótesis, y admitamos también por un rato que no es posible compararnos con el resto de los mortales, la prueba PISA si permite compararnos con nosotros mismos. Y el resultado sigue siendo descorazonador. Desde el 2003 (primera evaluación uruguaya) a la fecha, la tendencia ha sido de una baja de nuestros resultados. Hoy estamos mucho peor que en 2003, y si nada hacemos, en 2015 estaremos mucho peor que hoy.
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Nuevamente salió a la palestra el tema de la educación. Y por suerte no escuché (al menos yo) a nadie hablar de la “herencia maldita”. Y bueno sería. Los chicos evaluados en 2012 rondaban los 14-15 años, por lo que ingresaron a la escuela hace unos 9 años, o tal vez 11 si consideramos los ciclos preescolares. Claramente no podemos hablar de herencia maldita. Tal vez por eso buscamos otros culpables. Para el Gobierno son las familias, para las familias son los docentes, para los docentes es el Gobierno, y para todos ellos, el Gran Bonete.
Como frutilla de la torta, el peor resultado se obtiene una vez en pleno rodaje la nueva Ley General de Educación (Ley 18.437 de 2009).
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Nuevamente salió a la palestra el tema de la educación. Y tristemente escuché a muy poca gente intentar aportar soluciones. No soy experto en el tema, pero ello no me inhibe a tirar ideas. Y no son pocas las que se me ocurren. En primer lugar, intentar un gran acuerdo nacional, el cual deberá ser protegido del bombardeo corporativo que pueda sufrir. A esto se le debería agregar algunas medidas para volver a centralizar la conducción de la enseñanza. No es aceptable que cada órgano desconcentrado haga lo que se le ocurra, y el organismo central no pueda tener injerencia directa en ninguno de ellos. LA POLÍTICA EDUCATIVA DEBE SER UNA POLÍTICA DE ESTADO, Y DEBE SER EL ESTADO QUIÉN DE LOS LINEAMIENTOS. No me parece mal darle participación a los gremios o a otros actores sociales, pero su participación debe restringirse a escuchar su opinión, pero nunca a decidir sobre las políticas a seguir. Podrán seguir existiendo órganos desconcentrados, pero con cometidos y potestades bastante más reducidas que en la actualidad. Incluso, creo conveniente que existan delegados (con voz pero sin voto) de la enseñanza media en los órganos de primaria y de la Universidad. Con esto tal vez logremos facilitar la coordinación entre las distintas etapas. Se deben hacer cumplir las reglas básicas y no favorecer (no importa lo noble de su intención) a quienes no llegan al nivel mínimo requerido, o asisten en forma esporádica. Se debe castigar a los padres de aquellos que no asistan. Se debe sancionar a aquellos docentes que faltan consetudinariamente (y que no siempre lo hacen en sus puestos de la enseñanza privada) y no, en cambio, premiarlos con premios por presentismo, y descuentos en cuotas, o participación en las “economías”.

En definitiva, DEBEMOS empezar a recorrer el camino de recuperar el gobierno de la enseñanza.

Clemenceau dijo que la guerra era un asunto demasiado serio para dejarla en manos de los militares. Pues bien, la educación es un tema demasiado serio para dejarla únicamente en manos de los docentes.


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