Reflexiones
sobre el discurso de Mujica ante la O.N.U.
Los puntos sobre las
íes….
Podríamos
dar definiciones rimbombantes e inentendibles del significado de “lenguaje”,
pero prefiero un acercamiento más intuitivo, en el que podamos ir construyendo
este concepto en forma fácil y fluida.
Como
primera aproximación, se puede decir que el
lenguaje es un conjunto de señas, signos y símbolos el cual, convención
mediante, permite que distintos individuos se comuniquen.
El
lenguaje no es patrimonio de los seres humanos. Cientos de especies animales
han desarrollado esta función, e incluso, le hemos enseñado nuestro lenguaje a
especies distintas a la nuestra. La gorila Koko llegó a manejar más de mil “signos”
del ASL que equivalen a unas dos mil palabras en inglés, e incluso logró
expresar algún concepto abstracto. Pero esto último es excepcional. La
abstracción – y la posibilidad de comunicar dichos conceptos abstractos – es
una particularidad casi exclusiva del ser humano.
El
lenguaje no es únicamente el habla, no es únicamente la expresión corporal y no
es únicamente el movimiento. El lenguaje
es todo ello en su conjunto. Y a lo anterior, como veremos más adelante, se
le debe sumar el entorno.
Lenguaje
también es el tono en que se realizan los intercambios de señas o el movimiento
de los músculos de la cara, y lenguaje también es la apariencia personal.
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Nuestro
presidente habló ante la Asamblea de Naciones Unidas. Dio un discurso de casi
tres cuartos de hora. Pronunció todas las “eses”, conjugó bien los verbos, no
utilizó expresiones soeces ni dijo ningún “taaaaaaaaaaaaaa”.
Y
muchos uruguayos se sorprendieron.
No
deberían sorprenderse si releen los la introducción. El lenguaje está
íntimamente relacionado con el ambiente en que se utiliza. No transmite los
mismo un “no me rompa las bolas”
dicho a un amigo en un asado que a un Juez en una audiencia o a un policía en
medio de un procedimiento. Si bien las palabras son las mismas, la intención de
lo que se desea transmitir no lo es, y tampoco lo es lo que se transmite
efectivamente..
Y eso
es lo que pasa con nuestro Presidente. Utiliza el lenguaje que entiende
adecuado para cada ocasión y para cada auditorio. Desde el de un guapo
arrabalero hasta el de un viejo filósofo superado. Desde el “no
sea nabo, Neber” hasta el preguntarse si “somos felices alejados de lo eterno humano”.
Y es
partir de esto que nace mi cuestionamiento.
Hay un Pepe de consumo interno y un Presidente Mujica for export. El Pepe
de consumo interno no pronuncia las eses al final de las palabras, conjuga mal
los verbos, es una calderita de lata y a veces roza con lo soez. El Presidente
Mujica for export, en cambio, utiliza una verbalización cuidada, no levanta el
tono ni la voz, ni recurre a lugares comunes. El primero saca de las casillas a
varios, el segundo encandila al mundo.
Sin
querer emularlo, creo que “le erra al bizcochazo”.
La
sociedad uruguaya, en especial sus integrantes más jóvenes, está en franco
declive en cuanto a los valores que por décadas creímos adecuados. Y no me
refiero a lo político. No. Me refiero al conjunto de valores que permitieron
que Uruguay sea un lugar con gente de buen relacionamiento, de adecuado nivel
educativo, inclusivo y tolerante. Un lugar, como se escuchaba hasta no hace
tanto, donde valía la pena
criar a nuestros hijos.
Hoy
nuestros hijos, o muchos de ellos, toman de ejemplo al Pepe de consumo interno.
Toman de ejemplo la imagen interna de él, la que se parece más al Viejo
Vizcacha que a la de Sancho Panza o la de Pepe Grillo. Y esa imagen no es un
buen ejemplo.
No
discuto el poder de rapport que tiene
el Pepe de consumo interno. Por el contrario, lo destaco. Y en tanto creo que
ese rapport es casi inigualable,
también creo que debería utilizarlo en un sentido opuesto. A través del Pepe de
consumo interno se podría aprovechar para transmitir valores a nuestra
juventud. Valores como el respeto, la perseverancia, el respeto por la
educación, por el trabajo y tantos otros…
Es
cierto y no me opongo, más aún hasta lo comparto, que se adapte el lenguaje de
acuerdo al auditorio y al ambiente. Pero esa adaptación del lenguaje transmite,
a su vez, en que lugar nos ubicó nuestro interlocutor. Y de acuerdo al lenguaje
utilizado por el Pepe de consumo interno, el lugar en que estamos ubicados no
es el mejor. Y si es lo que él piensa, debo decirle que está equivocado. Y si
lo utiliza pensando que es la mejor manera de hacerse entender (ya que lo
entienden tanto los “cultos” como los “planchas”), también debo decirle que
está equivocado.
El Pepe
de consumo interno debería cuidar su dicción (que ha mostrado que sabe ser
buena). Los jóvenes que lo imiten chocarán con una pared al intentar progresar.
No en vano el saber popular dice que la primera impresión es lo que cuenta.
Todavía quienes tienen puestos de decisión son de la “vieja escuela”. Se
sentirán más cómodos formando equipo con quién se exprese bien (o más parecido
a ellos), o se “vista adecuadamente” (aunque no sepamos adecuadamente para qué).
Por el contrario, les costará formar equipos con Pepes de consumo interno. No
es lo mismo pedirle a los gremios que no dejen a los muchachos sin clase a
decirle “no dejen a los gurises en
pelotas”. Los que imiten al Pepe de consumo interno tendrán, por algún
tiempo más, menos posibilidades de progresar, tal vez no por ellos sino por sus
“evaluadores”. Y considero que no es bueno ignorar esta realidad.
El Pepe
de consumo debería cuidar su vestimenta. Los jóvenes que lo imiten se
enfrentarán, todavía, a gente de saco y corbata, Serán esos de saco y corbata –en la inmensa mayoría de los casos– quienes le abran o cierren las puertas a
su progreso personal. No en vano su antecesor sabe usar tanto una campera de
cuero como un traje hecho a medida. Los sabe llevar, y sabe cuando llevarlos.
El Pepe
de consumo interno debería utilizar ejemplos o expresiones menos burdas. Me
parece bien que simplifique sus expresiones para que su mensaje llegue a más
gente, pero una cosa es simplificar, y otra cosa es bajarlo tanto de nivel que
haga parecer que nos considera a todos una manga de Néberes..
El Pepe
de consumo debería bregar por una sociedad mas educada (ahora no en referencia
a los modales, sino al conocimiento) con un discurso y una actitud integral, en
vez de dar mensaje contradictorios. No puede que por un lado hable de
“educación, educación, más y mejor educación” y por el otro decir que tira la
toalla porque contra el statu quo
educativo no se puede. O quedarse callado cuando su “hermano” del alma se
refiere a determinados profesionales universitarios como las “alimañas de Ciudad Vieja”.
El Pepe
de consumo interno debería fomentar una cultura de trabajo, y no atentar contra
ella. Su ejemplo a transmitir debería ser una sociedad más cercana a la
abnegación de los coreanos por la superación (en el sistema económico-político
que el entienda más adecuado) que una actitud Kung-Sanista de falta de hábitos
de trabajo. Debería fomentar el trabajo comprometido y no el irse a pescar.
El Pepe
de consumo interno debería ser más un Presidente Mujica for export.
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Como
Presidente, representa nuestra institucionalidad. Y como representante de
nuestra institucionalidad, representa el imaginario del Uruguay. Y no me gusta
el imaginario interno que intenta transmitir. Los uruguayos no somos así, o por
lo menos, estamos a tiempo de no terminar así. En su carácter de representante
de nuestra institucionalidad, nos debe respetar y lo más importante, debe
respetarse a si mismo.
Tal vez
un ejemplo tonto del decaimiento de nuestra institucionalidad sea el decirnos para
adentro quienes fueron nuestros últimos presidentes…seguramente nos diremos
tres apellidos, un nombre y un sobrenombre. Y en ese orden. Y ese es el camino
que el Pepe de consumo interno parece fomentar. Lo formal, si bien menos
importante que lo sustancial, no debe obviarse. Admito que se flexibilice, pero
no que se lo tire a la basura. Son muchas de esas formalidades las que nos
permiten coexistir en una sociedad civilizada y no decaer en la barbarie.
Supimos
ser valorados en el mundo por el fútbol y por nuestra cultura. Hoy todavía
quedan buenos jugadores de fútbol….
Y por
si no quedó claro, hablo de los personajes, y no de la persona… y sepan
perdonarme la extensión.